El cuento que prometí



La pequeña fugitiva
Noelia despertó con una idea clara en la cabeza. A excepción de otras veces, no le había abandonado el enfado con sus padres. Ella, muy convencida, creía que a sus siete años ya no era una niña y estaba harta de las ordenes y prohibiciones que le inculcaban a diario. Desde que se enteró de que ellos no eran realmente sus padres comenzó una rebeldía que día a día hacía mas difícil la convivencia y el entendimiento con ellos. “Noelia, cómete las verduras. Noelia no salgas a la calle sin chaqueta. Noelia termina los deberes. Noelia todo lo hacemos por tu bien…”
Por mas que sus padres se disculparan la pequeña se revelaba con gritos y pucheros, y para guinda del pastel siempre terminaba la discusión diciendo: Vosotros no sois mis padres, si me quisierais me dejaríais hacer lo que yo quiero, ya soy mayor.
No había vuelta atrás, Noelia agarró un petate con unas pocas piezas de ropa, guardó algo de comida y se lo colgó en el hombro para emprender su vida. Mama estaba en la ducha y papa ya había salido a trabajar, por lo tanto el camino estaba despejado, y la pequeña escapó de casa sigilosamente y de puntillas.
Noelia enfiló el caminito del jardín que la conducía campo a través, hasta que se vio hundida en el bosque, envalentonada no tenía miedo, es más le gustaban las historias de terror y los cuentos de fantasmas. Y como sus padres decían que a los niños deberían darles miedo los monstruos; mas convencida estaba ella de que llevaba la razón.
Algo cansada decidió darse un pequeño descanso y se acomodó en un tronco caído, haciendo rebotar su talones contra la leña y sujetando su barbilla sobre el puño derecho. De repente oyó un leve siseo que la sacó de su aturdimiento y volteó la cabeza sin ver nada a su alrededor. Luego, ese murmullo se repitió y ella dio un brinco acercándose a la hojarasca y con las dos manos apartó las hierbas como si fueran una cortina. Se sorprendió al ver un pequeño gatito recién nacido que se desperezaba, y emitía un ligero maullido.
¡Oh! Pequeño gatito ¿dónde está tu mama? Estas temblando, ven que yo te abrigare. el gatito temblaba y la miraba con los ojitos abiertos de par en par.
Noelia dio un paseo por el bosque con el animalito dentro de su chaqueta, y por mas que buscó, no logró encontrar a la gata madre y decidió quedarse con él.
A partir de ahora te llamarás Copito, porque eres blanco como la nieve. Y yo te protegeré del frío y te daré de comer.
Copito se acurrucó a ella y le rozó la mejilla con su hocico. Noelia se sentía importante y continuó su camino en busca de un lugar dónde dormir. Pronto hallaron un descampado, dónde aprovecharon un lecho de hierba seca y un saco que colgaba de una rama. Noelia sacó de su mochila unos bollos de chocolate y una poca de leche.
Copito bebe un poquito de leche que has crecer y ser fuerte.Pero Copito negó con la cabeza y la boquita apretada.
No me gusta la leche. maulló el gato guiñando los dos ojos.
Todavía eres pequeñito, y si no tomas leche no crecerás.
Copito hizo una mueca y con mucho esfuerzo tomó un trago como si fuera una bebida apestosa. Acto seguido se durmieron abrigándose los dos.
A la mañana siguiente Noelia despertó y vio como su gato jugaba a mojarse las patitas en un pequeño lago, y tiritaba de frió con el pelaje empapado.
¡Copito, te vas a resfriar! ¿cómo se te ocurre con este frío jugar en el agua?gruño la pequeña con las manos en jarras.
El animalito refunfuño, y trepó hasta la copa de un árbol muy enfadado.
¡Copito, eres un gato muy malo! ¿No te das cuenta de que te puedes caer en el lago?, y si te haces daño yo me pondría muy triste. le explicó Noelia.
Ya no soy un crío, soy un gato responsable, y tú nunca me dejas hacer lo que yo quiero. protestó el felino.
 Todo lo hago por tu bien aclaró la pequeña, conociendo de sobra esas mismas palabras.
El pequeño gato saltó desde una rama, y con furia en sus ojos le gritó:
Tú no eres mi mamá, y si me quisieras me dejarías hacer lo que yo quiero, ya soy mayor…luego desapareció.
Noelia sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo. Su gatito había actuado igual que lo hizo ella. Entonces se dio cuenta de que sus padres tenían la razón, y de que los quería con locura. Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y se dirigió a casa; dónde sus padres esperaban muy preocupados noticias de la policía. Cuando Noelia entró por la puerta, ellos dos se emocionaron mucho y la estrecharon entre sus brazos; ella se disculpó:
Papa, mama; prometo comerme toda la verdura. Me abrigaré cada vez que salga a la calle, y haré todos mis deberes. Os quiero mucho, y no os cambiaría por nadie.
A partir de entonces Noelia se comportó, y además cuido de la mascota que le habían regalado sus padres para celebrar su regreso. ¡Copito había vuelto!

Papá, el maltratador...



Señor policía, quiero denunciar a mi padre. Estoy seguro de que es un maltratador. Cada noche, cuando es hora de ir a dormir, me acompaña a la cama y me dice que me duerma pronto porque mama se ha portado mal y la va a castigar. A veces yo no me duermo (porque estoy muy preocupado) y oigo ruidos que vienen desde su habitación, suenan golpes, y mama grita, él también lo hace; y por lo general la paliza dura entre diez y quince minutos. En ocasiones ella grita su nombre, y papa gruñe con gran esfuerzo. Nunca he visto que tenga moratones, en cambio por la mañana parece muy feliz, la pobre sabe disimular muy bien. Pero lo cierto, es que la pelea siempre acaba igual. Imagino que papa le dirá: ¿Vas a portarte bien? A lo que ella responde: ¡Siiiiiiiii!